Desde natación sincronizada y levantamiento de pesas, a gimnasia y atletismo, muchos han estado ansiosos por disfrutar de los Juegos Olímpicos del 2012, y ver ejemplos de lo mejor que hombres y mujeres son capaces de hacer cuando trabajan con persistencia para alcanzar una meta. Otros, en cambio, son escépticos y hablan de la preocupación de que se haga trampa o haya situaciones injustas de todo tipo, amenazas terroristas y costos estratosféricos.
Yo no veo el momento de apoyar la paz y la armonía de los Juegos en la histórica ciudad de Londres este verano, mediante la oración y el enfoque espiritual que he aprendido de la Ciencia Cristiana.
Mary Baker Eddy, autora de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, el libro de texto de la Ciencia Cristiana, consideraba que cada individuo tiene el derecho de vivir a la altura de su potencial, algo que cada atleta olímpico se esfuerza por hacer. Ella escribe: “Dios expresa en el hombre la idea infinita desarrollándose a sí misma para siempre, ampliándose y elevándose más y más desde una base ilimitada” (pág. 258). Mantener esta perspectiva del propósito que existe detrás de la competición atlética —es decir, el esfuerzo que hace cada participante por expresar sus mejores aptitudes— ayudará a proteger todas las actividades contra la negativa y destructiva influencia de la idea errada acerca de lo que es una competición.
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