Pocas cosas me parecen más desalentadoras que recibir una factura que no puedo pagar. Tantos pensamientos corren por mi cabeza: ¿Qué voy a hacer? ¿De dónde vendrá el dinero? ¿Qué va a suceder si no pago a tiempo, o si no pago nada?
Recientemente, a fin de año, recibí una factura grande de publicidad por mi negocio. La temporada de Navidad recién había terminado y nuestros gastos familiares eran mayores que lo normal. Cuando ví la cuenta lo primero que pensé fue, ¿cómo voy a pagar esto? No tenía el dinero en efectivo.
Podría haberme dejado influenciar por el temor y preocuparme de cómo resolver el problema. Pero en lugar de eso volví inmediatamente mi pensamiento hacia Dios, recordando que Él provee lo que necesito. No estaba segura de cómo iba a conseguir el dinero, pero sabía que Dios tiene un plan y que yo tenía que confiar y esperar para ver cómo Él me guiaba.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!